Kiyen Clavería (Artista Visual): «Mapu Miawkülelu / La tierra que viaja»

Kiyen Clavería Aguas, nace el 22 de noviembre de 1996, en Santiago de Chile. Su sangre es azul: ascendencia Mapuche Williche por parte de madre y Aymara por parte de padre.

A sus 7 años, se traslada con su familia a vivir al sur: LLancacura, a 53 km de Osorno hacia la barra del Río Bueno. Crece entre el río y el bosque. De los colores de los pájaros aprende el arte de mirar, del sonido de la lluvia aprende el arte de escuchar.

El año 2014, a los 15 años, deja el campo para estudiar en la ciudad. Golpe fuerte para los espíritus enraizados a la tierra. Osorno: calles, semáforos, estaciones de trenes, murales, colores, inevitablemente colores. Se enamora del muralismo, graffitis, pantalones anchos y hip-hop. A los 17 años participa del “Primer encuentro de Pintoras Callejeras” en Maipú y ese mismo año inaugura su primera exposición individual, en el Centro Cultural de Osorno: “Colores ancestrales en figura de Luna nueva”.

El año 2016 su indomable búsqueda de colores y formas la lleva hacia el arcoíris, pacto entre la tierra y el cielo. Realiza la exposición “Relmu ñi Folil, raíces del arcoíris”. Para preparar la exposición transita por distintos planos de la realidad Williche: Escucha respetuosamente los epew (relatos) y mira las tonalidad que se desprenden de los nütram (conversaciones). Convierte los relatos y reflexiones de su pueblo en 20 obras visuales que llevan la estampa cromática del arcoíris.

El año 2019 Kiyen emprende viaje a Europa desde el Futawillimapu. Lleva consigo dolores y heridas del pueblo Mapuche que deben ser contadas. La violencia física y simbólica del estado chileno, por cotidiana, nos hace perder sensibilidad. Kiyen pone el acento en mujeres e infancias Mapuche, ahí donde la violencia opera con mayor sigilo, donde es más urgente sanar.

Participa en residencia artística de tres meses en el Atelier Autonome du livre en Mosser, al sur de Francia. Del encuentro con la diferencia y la voluntad de denuncia surge la exposición “Taiñ folil Aflayay, raíces eternas”. Experimenta con lino grabado y dibujos. Las obras son expuestas en Prades, Francia y en Mannheim, Alemania-

Un giro en el curso de su arte

El 2021 Kiyen llevará en el vientre lo que antes estuvo en su pintura, en marzo de ese año nace su hijo Relmu (Arcoíris). La expedición al vínculo de la maternidad marca un giro en el curso de su arte. En enero de 2023, expone “Instinto”, dedicada a Ana Neipan, Diana Guaina y Catalina Cortéz, mujeres y madres osorninas brutalmente asesinadas, flores arrancadas de raíz por el implacable viento del patriarcado.

Sus pinturas y dibujos gritan por una vuelta al instinto. Instinto que cría, cocina, cobija y amamanta. Fuego que todo quema. Pinta nuevas temporalidades, los tiempos propios de la maternidad donde la vida se sostiene entre el agotamiento y la gratitud. El arte y la maternidad se topan, friccionan, surge de aquí una paleta de emociones, grabados de memoria y jardinería de esencias. La exposición se realiza en la Sede de la Junta de Vecinos “Villa Sofía” Rahue Alto, Osorno.

El 2018 Kiyen se inicia en el oficio del tatuaje. El lienzo no es suficiente, decide clavar agujas con tinta en los cuerpos. Sus diseños viajen con los cuerpos, habitan cuerpos indóciles. Monitos juguetones, pensativos y dulces que insisten en la ternura como motor de lo político que hay en los cuerpos.

Durante los últimos meses del 2024, Kiyen emprendió una gira artística por Europa con la exposición “Mapu Miawkülelu, la tierra que viaja”, recorrido visual en el que reflexiona sobre el significado de la existencia y la transmisión de historias que sostienen al pueblo-territorio Williche. La gira contempló distintas actividades en centros culturales, casas okupa, Universidades y otros espacios, por España, Francia, Suecia y Alemania. Actualmente se encuentra trabajando en un “Diario de viaje” en el que dará cuenta del proceso de esta gira, pronto a publicarse por la editorial local Lugera.

El arte de Kiyen es fronterizo, comunica entre mundos. Arte viajero que hace viajar con las patas clavadas al territorio. Es al mismo tiempo memoria y olvido, esperanza y dolor, violencia y ternura, cielo y tierra. Latidos de resistencia que disparan preguntas. Recordatorio incansable de que el arte cuando se fabrica con fuego es el más alto gesto de renovación espiritual de un pueblo.

– Perfil escrito por César Gómez, profesor de Filosofía de enseñanza media de la ciudad de Osorno

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *